El pasado sábado 28 de noviembre, la Asociación de Prensa Cántabra junto a la Concejalía de Autonomía Personal del Ayuntamiento de Santander, ofrecieron una charla-coloquio a estudiantes y periodistas de la región, con el objetivo de abordar la discapacidad y la diversidad mediante el lenguaje utilizado en los medios de comunicación.
El acto congregó en la Agencia de Desarrollo local a multitud de expertos de la profesión y estudiantes y fue presidido por el Concejal de Autonomía personal, Roberto del Pozo y la Presidenta de la APC, Dolores Gallardo. Junto a ellos, Ignacio Fernández Allende, y Pablo Montoya como representantes de la Asociación Cántabra Pro Salud Mental (ASCASAM) y la Presidenta de la Asociación de Personas con Afasia, Irene Santervás Gutiérrez, ofrecieron sus testimonios y conocimientos de primera mano y en el caso de Irene, su experiencia personal como miembro de este colectivo.
Los especialistas y responsables de las diferentes asociaciones plantearon la problemática del uso del lenguaje al afrontar temas de este ámbito y ofrecieron pautas y consejos a los allí presentes para modificar el lenguaje negativo que afecta a las personas con discapacidad. Atribuían a los medios un gran poder adoctrinador y de influencia social, por lo que se pretendía infundir una mayor responsabilidad y empatía en materias sensibles como la que se abordaba en ese debate.
Para Pablo Montoya, coordinador de ASCASAM, la integración de estas personas, no es solo un acto unidireccional en manos de la sociedad, sino que debe ser una acción conjunta y recíproca, en el que tanto el afectado como el entorno contribuyan a que desaparezca esta separación.
Normalización, educación y sensibilidad, fueron términos muy discutidos durante la velada como bases de una nueva corriente más equitativa y con menos estigmas que separen a estas personas.
Aunque se reconoce que el proceso de cambio ya ha comenzado, apartando términos despectivos y utilizando nuevos que no se encuentran impregnados de connotaciones negativas para la sociedad, el trabajo de los trabajadores del mundo de la comunicación y la sociedad en general no ha terminado y todavía queda mucho trabajo para conseguir que desaparezcan las desigualdades.
Como norma general para afrontar el lenguaje, una de las premisas a tener en cuenta para referirnos a personas con discapacidad o con cualquier otra diferenciación. Es priorizar y poner siempre a la persona en primer lugar. La minusvalía es solo una característica más para las personas que lo padecen y no debe atribuirse como un todo. Resulta muy desagradable para una persona ser definidos por su enfermedad.
Por lo general, el mal uso del lenguaje se realiza por desconocimiento de las connotaciones negativas que puede tener para el receptor, por ello es necesario tomar conciencia y reflexionar siempre que queramos hacer referencias a personas a las personas que se ven afectadas directa ,o indirectamente, por estas dolencias.
No se trata solo de ponerse en lugar de los demás, debemos tener en cuenta que según datos contrastados 450 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por una enfermedad mental, neurológica o conductual, que dificulta gravemente su vida. Así como se estima que una de cada cuatro personas, o lo que es lo mismo el 25% de la población, se verán afectados por un trastorno mental a lo largo de su vida.
Noticia realizada por Yaiza Calleja, alumna del doble grado en Periodismo y Publicidad y Relaciones Públicas
Fotos cortesía de la APC.