Envejecimiento, estrés oxidativo y antioxidantes

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Envejecimiento, estrés oxidativo y antioxidantes

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La profesora de la asignatura de Fisiología del Cuerpo Humano del grado en Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea del Atlántico Andrea Corrales comparte en esta entrada del blog algunas pautas para envejecer de manera saludable.

Nunca en la historia de la humanidad las personas habían vivido tanto como hoy en día, pero para lograr un envejecimiento saludable es necesario adoptar hábitos de vida sanos a lo largo de los años. Aquí entran en juego una alimentación adecuada, la práctica de ejercicio físico y el cuidado de la mente.

Todos estos factores contribuyen a que el envejecimiento se produzca de manera exitosa y ayudan a frenar el deterioro cognitivo asociado a la edad, como son los defectos de memoria y de otras funciones. Sin embargo, el progresivo incremento de la esperanza de vida también ha traído consigo un importante aumento de las enfermedades asociadas al envejecimiento.

Cuando las personas se van haciendo mayores experimentan una serie de cambios fisiológicos que pueden provocar el desarrollo de enfermedades crónicas. Uno de estos cambios se debe a la alteración de los mecanismos antioxidantes en el organismo, que da lugar a un notable incremento de los procesos oxidativos con el paso de los años.

Así pues, se generan y acumulan radicales libres y se produce un estrés oxidativo que daña estructuras celulares y puede, incluso, conducir a su muerte. De esta manera, estudios como el publicado por Perluigi y Butterfield en 2012 constatan que uno de los órganos que se ve más afectado por el daño oxidativo es el cerebro, ya que las neuronas son muy sensibles a las especies reactivas de oxígeno, llevándolas hacia el envejecimiento y la muerte.

Esta neurodegeneración se manifiesta de manera más evidente en patologías degenerativas asociadas a la edad, como la enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica o corea de Huntington (Jabir et al., 2015).

Desde hace unos años, se ha propuesto que el tratamiento del estrés oxidativo puede ser beneficioso para retrasar el deterioro cognitivo en las personas con patologías neurodegenerativas. Gracias a su capacidad antioxidante y neuroprotectora, la melatonina (neurohormona sintetizada por la glándula pineal) se perfila como una vía potencial para ayudar en el tratamiento de algunas enfermedades neurodegenerativas.

Diversos estudios clínicos de pacientes con enfermedad de Alzheimer han encontrado efectos beneficiosos de esta indolamina a nivel cognitivo y en la regulación del sueño, que sugieren su utilización como coadyuvante en la enfermedad. La sincronización de los ritmos circadianos, la disminución de la conducta agitada y la confusión y la mejora de la memoria en pacientes con graves trastornos del ritmo sueño-vigilia son algunos de los efectos más importantes que se han descrito en personas con enfermedad de Alzheimer.

Los efectos beneficiosos de la melatonina sobre la cognición se deben a su capacidad para reducir y neutralizar los radicales libres (Galano et al., 2013).

Esta neurohormona impide la sobreproducción de especies reactivas de oxígeno y reduce el daño neuronal producido por estrés oxidativo (Das et al., 2010). Además, estimula la expresión de diversas enzimas antioxidantes, inhibe enzimas prooxidativas y produce una acción sinérgica con otros antioxidantes como la vitamina E, vitamina C y glutatión (Pandi-Perumal et al., 2013). In vivo, ante situaciones de alto estrés oxidativo, la melatonina es más eficaz que las vitaminas C y E en la reducción del daño oxidativo (Tan et al., 2002).

En resumen, los compuestos antioxidantes como la melatonina tienen un importante papel neuroprotector. Por tanto, la suplementación con estas sustancias podría tener un gran valor terapeútico como agentes neuroprotectores para mejorar o retrasar las anomalías funcionales y neuromorfológicas encontradas en algunas enfermedades neurodegenerativas, así como para prevenir el exceso de estrés oxidativo asociado al envejecimiento natural de las personas sanas.

Andrea Corrales es profesora en el grado de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Europea del Atlántico.