Estaba cómodamente sentado en la sala de mi casa mientras mi madre me relataba su vida académica cuando tenía mi edad, quizá incluso un poco más joven. Ella solía levantarse todos los lunes, a las cuatro de la mañana, se bañaba, alistaba para salir, preparaba su pequeña maleta se despedía de sus padres y tomaba su dos autobuses y el metro, un viaje de casi dos horas hasta el otro lado de la ciudad, todo para estudiar. De lunes a viernes vivía en una residencia estudiantil dedicando todo su tiempo a estudiar y realizar los quehaceres domésticos pertinentes. Me explicó cuánto extrañaba a su familia entre semana y lo mucho que se alegraba de que mi idea no fuera estudiar tan lejos como ella lo hizo.
Aparentemente, los planes cambiaron.
Me llamo Mario Gascón, soy estudiante en la Universidad Europea del Atlántico y curso mi segundo semestre en el grado de Periodismo. Aun en tiempos de pandemia, tuve la oportunidad de conocer y relacionarme con nuevas personas; visitar nuevos lugares y seguir con mi formación académica; todo al mismo tiempo.
Mi incorporación a la Universidad fue algo complicada; hace unos meses me encontraba en un continente distinto sin posibilidades de salir de mi país debido al confinamiento y la clausura parcial de algunas embajadas. Mis clases iniciaron en línea, muchos de mis maestros se adaptaron incluso al cambio de horario para darnos clase a los varios alumnos que no teníamos a la posibilidad de asistir de manera semipresencial como el protocolo de la universidad dictaba.
Un tiempo después obtuve mis documentos y volé más de diez horas, desde la ciudad de México, México; hasta Santander, España. Al arribar a la Residencia Universitaria me encontré con mi nuevo roomie, otro mexicano de primer año, quien cursa una carrera similar a la mía. Juntos nos enfrentamos a una nueva escuela en un nuevo país.
Tener que realizar tareas domésticas solo era algo que tenía en mente antes de tomar la decisión de estudiar en el extranjero, por lo que me centré en las clases. Es cierto que mis horarios no me dejan mucho tiempo libre debido a tareas, proyectos, clases y ciertas horas de trabajo en la Universidad para cubrir una parte de la colegiatura. Lo positivo es que nunca estuve por mi cuenta, tanto compañeros de clase como maestros me recibieron espléndidamente y fueron capaces de guiarme en mi incorporación.
Me parece que lo más complicado es alejarte de todo lo que conoces, de tu cultura y tus seres queridos, aunque la tecnología actual hace más fácil la comunicación. No estoy lejos de mi familia cinco días de la semana como alguna vez lo estuvo mi madre, ni a una ciudad de distancia. Para mi será un proceso distinto, siete horas de diferencia horaria e infinitas complicaciones para comunicarnos. Aunque el proceso que llevo yo es distinto al que alguna vez llevó a cabo mi madre tenemos algo en común, gracias al esfuerzo de mis padres estoy cómodamente sentado, del otro lado del mundo, estudiando.
Llevo tres meses en España y extraño México, desde la comida hasta la gente que allí forma parte de mi vida. Aun así, me encanta la idea de conocer gente nueva y aprender de otra cultura mientras sigo formándome académicamente, estoy seguro de que en verano, al regresar con mi familia de vacaciones, recordaré mi primer año de universidad en Santander con una sonrisa en el rostro, ansioso por volver. Creo que es una oportunidad de ampliar mis horizontes y entender un poco más el mundo.